La Guerra Fría Los
cuarenta y cinco años transcurridos entre la explosión de las bombas
atómicas (1945) y el fin de la Unión soviética (1991) no constituyen un
periodo de la historia homogéneo y único… Sin embargo, la historia de
este periodo en su conjunto siguió un patrón único marcado por la
peculiar situación internacional que lo dominó hasta la caída de la
URSS: El enfrentamiento constante de las dos superpotencias surgidas de
la segunda guerra mundial, la denominada Guerra Fría. “La guerra no
consiste sólo en batallas, o en la acción de luchar sino que es un lapso
de tiempo durante el cual la voluntad de entrar en combate es
suficientemente conocida” (Hobbes, capítulo 13
La guerra fría entre
Estados Unidos y la URSS fue un periodo de tiempo con esas
características. Generaciones enteras crecieron bajo la amenaza de un
conflicto nuclear global que, tal como creían muchos, podía estallar en
cualquier momento y arrasar a la humanidad. La singularidad e la guerra
fría estribaba en que, objetivamente hablando, no había ningún peligro
inminente de guerra mundial. Más aun: pese a la retórica apocalíptica de
ambos bandos, sobre todo del lado norteamericano, los gobiernos de
ambas superpotencias aceptaron el reparto global de fuerzas establecido
al final de la segunda guerra mundial. La URSS dominaba o ejercía una
influencia preponderante en una parte del globo: la zona ocupada por el
ejército rojo y otras fuerzas armadas comunistas al final de la guerra,
sin intentar extender más allá su esfera de influencia por la fuerza de
las armas. Los Estados Unidos controlaban y dominaban el resto del mundo
capitalista, además del hemisferio occidental y los océanos, asumiendo
los restos de la vieja hegemonía imperial de las antiguas potencias
coloniales. En contrapartida, no intervenían en la zona aceptada como
hegemonía soviética La delimitación de influencias estaba clara en
Europa y en Japón… La disputa por la influencia se manifestaría en los
antiguos imperios coloniales, que para1945, en el caso de Asia ya se
avizoraban síntomas de desintegración. Como la orientación futura de los
nuevos estados poscoloniales no estaba clara, fue en esta zona donde
las dos superpotencias siguieron compitiendo en busca de apoyo e
influencia durante toda la guerra fría, allí era donde resultaban más
probables los conflictos armados que acabaron por estallar (Corea y
Vietnam son los más característicos) …
La paz se mantuvo durante la
guerra fría porque a pesar de la retórica utilizada por ambas parte,
ninguna de ellas estaba dispuesta a llegar al enfrentamiento directo,
por tanto, una de las premisas durante este periodo era que la
coexistencia pacífica entre ambas potencias era posible. … Como ejemplos
claros de esta situación tenemos la Guerra de Corea en 1950-53 y la
crisis de los misiles en Cuba en 1962. En ambos casos las partes no se
arriesgaron a comenzar el enfrentamiento directo porque conocían los
riesgos que ello significaba. En el caso de Corea, Estados Unidos
participó directamente, mientras que la URSS lo hizo de manera
encubierta a través de los Chinos. Esa situación la sabían los
norteamericanos, pero se mantuvo en secreto porque se dedujo que lo
último que quería Moscú era un enfrentamiento abierto. En la crisis de
los misiles en 1962 ambas partes retrocedieron y lograron salir del
problema sin verse involucrados en la guerra directa. … La URSS aprendió
durante la guerra fría que los llamamientos de Estados Unidos a “hacer
retroceder al comunismo” no eran más que propaganda, ya que lo que
primaba realmente era el respeto a la esfera de influencia soviética Una
vez que la URSS se hizo con armas nucleares, atómica 1949, hidrógeno
1953, ambas superpotencias dejaron de utilizar la guerra como arma
política en sus relaciones mutuas, pues era el equivalente a un pacto
suicida. Sin embargo, ambas superpotencias se sirvieron de la amenaza
nuclear… la confianza de que no se utilizarían parecía estar
justificada, pero al precio de desquiciar los nervios de varias
generaciones. El ejemplo más significativo es la crisis de los misiles
cubanos. Libro: Hobsbawn, Eric, Historia del Siglo XX, Editorial Crítica, Buenos Aires, 1998. Página 229-233
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