En Cuba, protectorado de los Estados Unidos, desde su independencia
en 1898 fue gobernada por distintos regímenes dictatoriales y su
economía manejada por los intereses azucareros estadounidenses.
La mafia controlaba el juego, la prostitución y las drogas en la
isla. La corrupción alcanzaba límites escandalosos durante la dictadura
del ex sargento Fulgencio Batista, quién a partir de 1952 accedió a la
presidencia luego de un golpe de Estado realizado a cuatro meses de que
los cubanos votasen, durante su mandato fueron violentamente reprimidos
movimientos de oposición encabezados por grupos de estudiantes y
partidos democráticos.
El organizado por el abogado Fidel Castro, su hermano Raúl y el
médico argentino Ernesto Guevara de la Serna, conocido como el CHE,
logró en 1959 tras tres largos años de lucha, el objetivo buscado.
En medio del entusiasmo popular, la entrada triunfal de Fidel Castro
en La Habana, abrió una nueva era en la historia de la isla.
Será característica del nuevo gobierno su firme voluntad de
transformaciones radicales: expropiación de monopolios locales y
norteamericanos, reforma agraria, extensión de servicios sanitarios,
campañas de alfabetización masiva.
La orientación del mismo hará que entre 1960 y 1961 se concrete la ruptura con Washington.
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“Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria
ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para
alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos.
En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en
chatarra, y los alimentos se convirtieron en veneno”.
Eduardo Galeano. Las venas abiertas de América Latina.
América Latina entre la Revolución Cubana y la Alianza para el progreso
A fines de los ’50, Latinoamérica continuó siendo un continente
marcado por altas desigualdades sociales. Los procesos populistas, en
muchos casos interrumpidos por golpes de estado, no alcanzaron a superar
los problemas de analfabetismo, desnutrición, vivienda y trabajo.
La Revolución Cubana se transformó en una alternativa a imitar para
importantes sectores políticos y sindicales de América Latina que veían
en el modelo socialista una posible solución a sus problemas cotidianos.
El gobierno norteamericano de Kennedy, preocupado por la influencia
de la Revolución Cubana en América Latina, lanzó a comienzos de los años
60 la «Alianza para el Progreso», un programa de ayuda económica
destinado a combatir la miseria y mejorar la situación social de los
sudamericanos.
.
El Programa se presentó en Punta del Este en 1961. al Consejo Interamericano Económico y social el presentante de Cuba fue el Che .
Las Profecías del Che
“Esta Alianza para el Progreso es un intento de buscar solución dentro de los marcos del imperialismo económico. Nosotros
consideramos que la ‘Alianza para el Progreso’, en estas condiciones,
será un fracaso. (…) Es de presumir que habrá un deterioro cada vez
mayor de la balanza de pagos de cada uno de los países de América, a lo
cual se sumará además la acción de los monopolios exportando capitales.
Todo esto se traducirá en una falta de desarrollo que provocará más
desempleo. El desempleo significa una baja de los salarios; empieza el
proceso inflacionario que todos conocemos para suplir los presupuestos
estatales, que no se cumplen por falta de ingresos. Y, en tal punto,
entrará en casi todos los países de América a jugar un papel
preponderante el Fondo Monetario Internacional”. ¡Qué certera y
contundente visión! Al día de hoy las cifras patentizan el valor de las
previsiones del Che casi cuatro décadas atrás.
La trágica muerte de Kennedy en 1963 pondrá fin a las
políticas reformistas y a la Alianza para el Progreso. Bajo la
administración de su sucesor, el demócrata Lyndon B. Johnson, los EEUU
volverán a su tradicional política de respaldo de las fuerzas del orden
establecido, y tomando como excusa el temor a la propagación del ejemplo
cubano, fomentó experiencias militares totalitaristas.
El primer ejemplo de este cambio de política se produjo en Brasil,
donde el ejército, con el apoyo de los Estados Unidos, encabezó un golpe
de estado en 1964 contra la política reformista del presidente Goulart.
La experiencia se repetirá en 1966 en Argentina, en 1973 en Uruguay y
Chile.
La rebelión juvenil en América Latina
Los jóvenes latinoamericanos se hicieron eco de la corriente mundial
que cuestionaba el orden establecido. La rebelión juvenil contagió al
resto de la sociedad, que en muchos países eligió el cambio a principios
de los 70. En Chile y en Argentina triunfaron en las elecciones
partidos populares que intentaron llevar adelante reformas sociales y
políticas. Pero estos procesos fueron interrumpidos por golpes
militares. En Chile el 11 de Septiembre de 1973, el General Pinochet
derrocó al presidente socialista Salvador Allende y en Argentina, el 24
de marzo de 1976, el General Videla depuso al gobierno constitucional de
María Estela Martínez de Perón. Los militares, apoyados por los grandes
grupos económicos y la banca internacional, implantaron una férrea
dictadura, persiguiendo, torturando y asesinando a miles de personas que
se oponían a su gobierno.
Allende en Chile
El gobierno Socialista de Salvador Allende desde 1970 venía
cumpliendo con sus promesas electorales. Llevó adelante una política en
beneficio de las mayorías populares, nacionalizando importantes empresas
extranjeras.
Estas medidas, junto con el acercamiento de Chile a la Cuba de Fidel
Castro, provocaron la hostilidad del gobierno norteamericano de Nixon
que decretó el bloqueo económico de ese país. El malestar norteamericano
encontró eco en la oligarquía chilena y comenzó la conspiración.
Finalmente el 11 de Septiembre de 1973, al mando del general Pinochet
las FF. AA. chilenas bombardean el palacio de la Moneda y asesinan al
presidente Salvador Allende. Asumiendo el mando Pinochet instaurando una
feroz dictadura militar que se mantendrá en el poder hasta 1990.
La Iglesia en América latina
En América Latina, una de las principales consecuencias del Concilio
Vaticano II fue la convocatoria por parte del CELAM (Consejo Episcopal
Latinoamericano), en 1968, a una conferencia en la ciudad colombiana de
Medellín. Allí surgió la «teología de la liberación, que parte de un
mensaje de Juan XXIII de 1962 donde expresaba que «frente a los países
subdesarrollados, la Iglesia se presenta tal como es y quiere ser: como
la Iglesia de todos y, particularmente, la Iglesia de los pobres». En un
contexto de gran diferenciación social, escasa o nula representatividad
política de los sectores más pobres; el concepto de «Iglesia de los
pobres» fue interpretado por algunos sacerdotes como que era esa
institución la que debía luchar por los que menos tenían, confundiéndose
en algunos casos con los movimientos de liberación que utilizaban la
lucha armada o en otros casos con una evangelización cargada de un alto
contenido social.
Por otra parte, la Encíclica «Populorum Progressio» de Paulo VI de
1967, donde se critica al sistema capitalista y denunciaba la situación
imperante en el Tercer Mundo, alimentó aún más las posturas en favor de
la teología de la liberación. No toda la Iglesia católica
latinoamericana compartía estas ideas que pronto fueron neutralizadas
por la nueva conducción del CELAM a partir de 1972 y se terminó de
redefinir el verdadero papel de la Iglesia americana en la Conferencia
de Puebla de 1979 bajo el papado de Juan Pablo II.
Muchos sacerdotes que abrazaron la teología de la liberación fueron
perseguidos y asesinados como el Padre Carlos Mujica de Argentina.
La doctrina de la seguridad nacional
Doctrina difundida por los Estados Unidos en América Latina a través
de la escuela de formación de oficiales superiores de las fuerzas
armadas. En esta institución ubicada en la zona del Canal del Panamá y
conocida como «Escuela de las Américas», oficiales norteamericanos
instruían política y militarmente a los jefes de los ejércitos
latinoamericanos. Allí se difundió esta teoría según la cual el enemigo
no estaba fuera de las fronteras sino dentro del propio país. Ese
enemigo era el opositor, denominado genéricamente como «subversivo» al
que había que combatir hasta la muerte. Esta Doctrina tuvo una nefasta
influencia en la región y fue aplicada a rajatabla por las distintas
dictaduras latinoamericanas.
Material extraido de Historia Latinoamericana 1700.-2005 Autores Marisa Gallego. Teresa Eggers,Brass,Feranada Gill Lozano pag 327.354-370-393